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¡Qué cosa tan digna cultivar tu propia cena con tus propias manos. Y quien dice cultivarla, dice capturarla. Si es dentro de unos límites sostenibles y razonables con el medio ambiente, no hay nada que oponer. Otra cosa es que te guste mirar. Porque cosa no estamos hablando aquí de seres humanos, sino de arañas. Y ya sabemos que las arañas... no son bocado de mayorías.
Que sí, que sí, que te gusta Spiderman. ¿Pero a que a él nunca le has visto comerse a uno de esos villanos que envuelve en su supertelaraña? Los apaliza y los entrega a la Ley. Pero comérselos, no. Aún no. Aunque en una de sus aventuras más clásicas le salieron ocho brazos. Pero esa es otra historia.
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No todo el mundo es fan de las arañas. Menos aún cuando se trata de verlas muy de cerca o de consentir que se paseen por tu proximidad. O cuando se trata de verlas comer de cerca, con detalle. Algo tan natural como eso —obligar a alguien a verlo— puede rozar el sadismo para muchos humanos.
El cine y la literatura fantástica han intentado relatar de manera minuciosa el terror que debe experimentar una presa atrapada en una tela de araña. La inpotencia de saberse prisioneros, atrapados en una red flexible e irrompible. La proximidad del Horror. La inoculación -en algunos casos- de sustancias narcóticas o venenosas con horribles colmillos agudos. Y el adiós. La presa desmembrada y devorada.
Pero como son criaturas previsoras —como abuelos ante una guerra—, las arañas también hacen en ocasiones acopio de viandas, las empaquetan y las guardan para luego. Las presas son depositados como tesoros gastronómicos para épocas en las que venga bien el festín. Y hasta entonces, yacerán envueltas en la seda con la que los arácnidos diseñan esas asombrosas arquitecturas con las que atrapan a otros seres vivos.
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En el vídeo que encabeza estas líneas, una araña amarilla de jardín, muy común en la franja de América Central, México y 48 estados de Norteamérica, obtiene el premio a su paciencia: un suculento saltamontes.
¿Con cuánto placer observas este acto de depredación? ¿O lo contemplas con mera y fría admiración, porque la Naturaleza es así y no hay más que añadir? ¿Pueblan las arañas tus pesadillas o te son criaturas indiferentes?
Mientras vas a por un aperitivo a la nevera, recuerda: no hay pruebas de la reencarnación, ni de que puedas tú mismo regresar en forma de saltamontes.
Así que, ni lo pienses. No tengas ese mal sueño.
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