Que a veces se muestren un poco fríos no quiere decir que no despertemos en ellos sentimientos, pensamientos e incluso recuerdos
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Si a ellos se les eriza el pelo cuando están molestos, a nosotros hoy se nos ha puesto de punta el nuestro comprobando los sentimientos y memoria de nuestros amigos felinos.
Las imágenes fueron captadas mientras el tierno animal veía en un vídeo a su dueño, fallecido años atrás. Durante los primeros instantes, el gato aparece atendiendo con sumo interés al sonido de la voz e imagen de su antiguo amigo para después, invadido por la emoción, acariciar y aferrarse al dispositivo visiblemente afectado.
El vídeo, que se ha hecho viral con 34 millones de reproducciones en las últimas semanas, demuestra que el compañero felino del ser humano no actúa, como aseguran antiguos mitos, bajo egoísmo, frialdad o falsedad. "Simplemente lo demuestran menos, tienen su propia manera de hacer las cosas y son más independientes. Pero esto no afecta en absoluto a su capacidad para sentir y querernos", aclara el investigador húngaro Ádám Miklós cuando se le pregunta si atienden a nuestras señales.
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Mientras que el comportamiento de nuestros amigos caninos ha sido objeto de numerosos y profundos estudios a lo largo de los años, no sucede lo mismo con los gatos, cuyo comportamiento hacia el ser humano no parece ser distinto que hacia otro ser de su misma especie. "Un perro juega con un humano de una forma totalmente distinta a la que usa para jugar con otro perro. Todavía está por descubrir algo en la conducta gatuna que sugiera que nos meten en una cajita distinta a la hora de socializar con nosotros", asegura el experto en conducta gatuna John Bradshaw.
Esta diferencia entre las dos razas mascota por excelencia radica en el hecho de que los perros, antes de convivir con nosotros, ya vivían en grupo y habían experimentado la sociabilidad. Sin embargo, que la actitud de los gatos hacia nosotros no les lleve a nuevos y especiales comportamientos no significa que no despertemos en ellos sentimientos, pensamientos e incluso recuerdos.
Estudios realizados por Carla Litchfield, psicóloga animal de la Universidad de South Australia, aseguran que la idiosincrasia del gato doméstico es tan compleja que puede clasificarse según cinco elementos: neurosis, dominio, impulsividad, afabilidad y extraversión. Cada uno de estos factores tiene una razón de ser que se encuentra en el inicio de la vida del animal, del mismo modo que en los últimos tiempos hemos asumido que, en relación al ser humano, ciertos patrones de comportamiento adulto responden a situaciones vividas en la infancia.
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"Los gatos son más sociables de lo que muchos piensan", afirma la psicóloga Litchfield. Esta sociabilidad es constatada también por un estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Oregón, en el que, con el objetivo de determinar sus prioridades, se les privó de importantes elementos de su vida diaria durante unas horas. El resultado fue que, tras la prueba, la mayoría de los felinos eligieron a un humano antes que un plato de comida o una pequeña pelota, tradicional fuente de diversión para ellos.
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