Es normal ver lágrimas en las pedidas de mano, pero en esta ocasión las lágrimas no fueron precisamente de alegría
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El sentido del humor, como el del buen gusto, es variable y carece de medidas estables. Para algunos, también carece de límites. Pero hay personas que necesitan un máster acerca de qué es una broma y de qué no puede ser nunca una broma. No lo tienen claro y además involucran a otras personas. Y eso es un gran "no".
Tal es el caso de las imágenes que podéis ver en este vídeo grabado en Cotabato Sur (Filipinas) el pasado 29 de septiembre. Un hombre llamado Jeffrey Delrioies tenía entre sus planes de aquella tarde el pedir la mano de Shiela Parayanon, su novia. Habría cien maneras de hacerlo: a palo seco, con rodilla hincada en tierra, con una tuna (versión filipina), con el anillo en una copa (cuidado vosotros, que no es la primera novia que acaba en urgencias). Pero Jeffrey se cree más ingenioso. Y la verdad es que ha hecho algo inolvidable. Dudoso, pero inolvidable.
El Señor Delrioies escenificó su propia muerte en un supuesto accidente de moto, con agentes de tráfico y testigos haciendo el coro del drama alrededor de su cuerpo, yacente decúbito prono sobre el asfalto filipino. Otro cómplice trae a su novia en otra moto, prevenida de que ha habido una tragedia y ella, claro, se pone a llorar por el deceso de su novio e intenta tocarle, cosa que no le permiten con la excusa probable de que aguardan a la autoridad competente.
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Cuando ya todos fingen estar inmersos en el mar de lágrimas —fingen excepto Shiela, que lo está de verdad y suponemos que al borde del ataque de nervios— el muerto va y ¡ale hop!, retorna a la vida para alivio y sorpresa de todos, pero especialmente de la novia, que en evidente estado de shock se lo toma moderadamente bien, cuando hubiera podido matarlo, pero esta vez en serio.
Al final, a Shiela se le ve feliz de que Jeffrey siga vivo. Y acepta el anillo que ha desenfundado convenientemente en su retorno a la vida, bajo una lluvia de confetti y risas descargadas por los cómplices allí presentes.
Es normal que Shiela haya aceptado tras el subidón de adrenalina y la conmoción emocional. Pero cabe preguntarse si cuando sus niveles bioquímicos vuelvan a la normalidad le dará por preguntarse cuántas más de estas bromas le esperan por el camino y si su corazón podrá aguantar otro par de jugadas así.
Puede que pronto tengamos una novia filipina a la fuga. O no.
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