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Artículo 'Vengadores: Infinity War' es el 'Imperio Contraataca' del cine de superhéroes Culture

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'Vengadores: Infinity War' es el 'Imperio Contraataca' del cine de superhéroes

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Marvel nos hace llorar con su primera película capaz de causar vacío, desazón, empatía por los personajes en peligro.

víctor parkas

27 Abril 2018 10:32

Con, Gente en sitios, Juan Cavestany llevó el malogrado cine low cost a la excelencia. En esta cinta, de presupuesto bajo pero cast cotizado, el director de Dispongo de Barcos nos presentaba unas viñetas en las que, sin apenas un asomo de guión, y cumpliendo lo que promete su título, nos presenta a distintos personajes en distintos espacios haciendo, sí, cosas distintas. La incomunicación servía, dentro del caos fragmentario, como leitmotiv del abigarrado conjunto; Cavestany, pero, podría haber planteado otro nexo. No sé.

Podría haber planteado tu fin, el mío; el exterminio de media parte de la raza humana.

Así, y financiada por Marvel Studios, Gente en sitios se parecería, y mucho, a Vengadores: Infinity War.

Cada vez es más difícil abordar, producto a producto, lo que ofrece el cacareado Universo Cinematográfico Marvel. Las 18 películas previas a Infinity War, urdidas durante la última década, siempre han tenido más de impulso que de impacto. Más de trampolín que de inmersión. Iron Man, Capitán América, Thor, Vengadores, sus secuelas, sus satélites, eran tan divertidas como correctas. Zonas de descanso y confort, porque allí, al menos allí, los buenos siempre ganaban. Lo sabías en la cola para las palomitas, lo sabías a media película, y el rodillo final, antes de la escena postcréditos, te lo acababa de confirmar. El Universo Cinematográfico Marvel, aunque más aseado, se había convertido en un dispensario de capítulos de los Power Rangers: un compendio de pequeñas batallas dirigidas hacia un enfrentamiento final que sabías amañado.

Infinity War, por primera vez en diez años, corrige esa tendencia. No lo hace con un suave giro de timón: el volantazo te pilla desprevenido; con la guardia baja. Un chasquido, y estás llorando. Infinity War no es una película del Universo Cinematográfico Marvel: es su única película. La primera capaz de causar vacío, desazón, empatía por los personajes en peligro. Muchos la definen como El Imperio Contraataca del cine de superhéroes, y como dice el protagonista de Clerks sobre El Imperio Contraataca, no hay película de Star Wars que retrate mejor la idiosincrasia humana. “La vida es así”, sentencia Dante, “una sucesión de finales tristes”. La cita tiene 25 años, pero parece hecha hoy, a tiempo para el estreno de Vengadores: Infinity War.

Para suerte del fan, los llantos y los platos rotos van a cuenta de Disney: el sense of wonder, la épica superheroica, los puñetazos en CGI, llegan a su atrofia en esta Infinity War. Anthony y Joe Russo, los directores, trasladan la acción de ciudad en ciudad, de planeta en planeta, de dimensión en dimensión. La nueva de Vengadores es una road-movie con el Universo como telón de fondo y con nosotros –y nuestro vértigo– de copilotos, sin área de descanso alguna. Solo arena. Solo sangre. Solo los alivios cómicos justos, los necesarios. Infinity War es un clímax que lleva diez años alimentándose. Un cortejo tímido y prolongado que muta, previo consenso, en lascivia, pellizcos, contorsiones. ¿Cómo juzgar algo así, todavía con sudor en la frente? ¿Cómo medir algo así, con las agujetas en camino?

Infinity War, decíamos, no es una película del Universo Cinematográfico Marvel: son muchas. Quizás haya quien encuentre paz junto junto a los Guardianes de la Galaxia, quizás quién prefiere, como yo, refugiarse en la ahora nada segura Wakanda; todo tiene cabida, y todo es concedido, en esta guerra infinita. Más que un filme, se siente como una reunión de antiguos alumnos, en la que puedes acercarte al corrillo que más te seduzca. Se siente, en su sentido más amplio, como un auténtico evento –así es, precisamente, como se refiere el mundo del cómic a la unión de todos los superhéroes de un sello bajo el mismo paraguas, algo que en Marvel lleva haciéndose, de forma ininterrumpida, desde la fundacional Secret Wars firmada por Jim Shooter a mediados de los ochenta.

El título no es un vacile: Infinity War realmente es una película de guerra. Cine bélico con mapaches que hablan, sí, pero cine bélico al fin y al cabo. Su ambición es la de Guerra y Paz. Sus selvas ardiendo, las de Apocalypse Now. Los soldados que caen en combate, caen como Willem Dafoe en Platoon. Duelo y espectáculo, como en el mejor de los funerales militares. Thanos fue, literalmente, y antes que ningún legionario advenedizo, el primer y el único novio de la muerte.

Buffet libre dentro del fanservice, Vengadores: Infinity War también tiene bocados indigestos: que sus personajes femeninos tengan que contentarse con ser víctimas (Gamora), novias sufridas (Bruja Escarlata) o meros floreros (Viuda Negra) es un paso atrás donde Black Panther fueron dos hacia delante. Por suerte, Infinity War es un final, no el final: en el horizonte que se atisba tras la escena posterior al cast&crew, hay promesa de descanso, confort y sororidad. Porque, muy al contrario que en el nuestro, en el Universo Cinematográfico Marvel que está por venir, en la puerta que se abre al cerrarse Infinity War, las buenas siempre ganan.

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