Desde el equipo de Los Simpson han decido cargarse a Apu como respuesta a las críticas recientes que señalan que el personaje fomenta estereotipos racistas contra la comunidad surasiática. La noticia la dio el productor Adi Shankar en una entrevista a Indiewire en la que explica que la información provenía de tres fuentes cercanas a la ficción de Matt Groening.
La polémica en torno a Apu, que regenta el famoso badulaque desde su primera aparición en la serie allá por 1990, era algo latente, y finalmente quedó retratado en el documental The Problem With Apu de Hari Kondabolu en 2017: Apu caricaturiza a ciudadanos indios viviendo en Estados Unidos hasta tal punto que refuerza ideas negativas y dañinas sobre ellos. El show ya respondió con un polémico capítulo en el que levantó barreras en lugar de escuchar las voces críticas. Y ahora ha preferido dar un volantazo para evitar el bache y hacer como que no ocurre nada.
Borrar a Apu significa no hacer autocrítica. Los creadores, los guionistas y el equipo que hay detrás de Los Simpson tienen una responsabilidad con el retrato que le han dado al mundo de la comunidad india. Han creado un imaginario a nivel global por medio de Apu. Es imperdonable que su única respuesta sea darle al botón de “suprimir”. Borrar a Apu es una decisión cobarde. Un “me enfado y no respiro”.
Apu merece un debate y merece que sus responsables se sienten alrededor de una mesa a revisar el personaje: desde mantener conversaciones con personas que compartan su marco referencial hasta replantear sus doblajes racistas.
Si la decisión se lleva a cabo, demostrarán que su percepción de la realidad está caducada. Apu lleva décadas fomentando estereotipos. Esto no es nada nuevo. Sin embargo, ahora ha surgido un espacio donde las voces que lo cuestionaban por fin se han podido escuchar. Apu es un personaje que tiene que estar, porque eliminarlo supone borrar la realidad de miles de ciudadanos que ya de por si están poco representados en la cultura mundial del entretenimiento dominada por la realidad el hombre blanco.
Apu merece un debate y merece que sus responsables se sienten alrededor de una mesa a revisar el personaje: desde mantener conversaciones con personas que compartan su marco referencial hasta replantear sus doblajes racistas.
Esta polémica guarda paralelismos idénticos con la “mariconez” de Mecano. En ambos casos, hemos descubierto que unos creadores a los que considerábamos guardianes de la cultura se están negando a reflexionar sobre unas ideas que llevan años perpetuando. Los referentes se nos caen al suelo. O, mejor dicho, se estrellan asustados por los juicios de una nueva generación que reclama un retrato más justo de sus realidades.
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