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Culture
5 cosas que 'El Círculo' plantea como una distopía pero que ya son una realidad
05 Mayo 2017 13:34
Imagina un futuro en el que una macrocorporación controla quién eres, qué haces, qué te gusta, cómo y con quién pasas los fines de semana, los recuerdos de tu infancia, las fotos de tus vacaciones o la música que te gusta. Pues bien: eso es, en parte, The Circle. Pero, sí, también podría ser Facebook. O Snapchat. O Twitter. O Google.
La película The Circle, dirigida por James Ponsoldt y que se estrena el 5 de mayo en España, es una adaptación de la novela homónima de Dave Eggers de 2013, plantea un futuro siniestro —no tan siniestro— a partir de una gran empresa tecnológica ficticia (The Circle) que podría ser una especie de Google, Facebook y Apple a la vez. Y que, por lo tanto, es poderosísima.
Mae (Emma Watson) entra a trabajar en esta empresa y poco a poco se irá adentrando en el turbador negocio de The Circle, una empresa que se aprovecha sin escrúpulos de los datos de la gente y plantea romper todos los límites de privacidad. Te suena, ¿no?
A las personas que no forman parte de The Circle les llaman “fugitivos”. Al mando de la corporación está Eamon Bailey (Tom Hanks), un gurú tecnológico que imparte charlas motivacionales, a lo TED, a sus empleados. Ah, lleva jersey negro de cuello alto. Las similitudes con la realidad son tan evidentes que eso la hace, si cabe, aun más turbadora. Esa sensación de que ya estamos prácticamente ahí: en ese presente/futuro que, por poco ya que nos sorprenda, sigue siendo terrorífico.
Vayamos por partes. Estas son algunas de las tecnologías que plantea The Circle y con las que, en menor o menor grado, ya estamos familiarizados.
Fotograma de The Circle
SeeChange, o el Gran Hermano de tu vida
The Circle presenta una herramienta bastante sofisticada que permite a cualquier persona llevar una cámara en tiempo real y retransmitir su día a día. Bajo el lema “Conocer está bien. Pero conocerlo todo es mejor”, la compañía apuesta por derribar todos los muros de la privacidad y seguir a las personas las 24 horas. Mae será la primera empleada de The Circle en probar esta aplicación y convertirse en la primera persona verdaderamente "transparente".
Vale: es verdad que por ahora aún no tenemos ninguna microcámara que lo retransmita absolutamente todo, pero cada vez tenemos más herramientas en nuestro poder para poder hacer un live (directo) casi sin hacer ningún tipo de esfuerzo. Empezó Periscope, pero ahora podemos retransmitir en directo desde Instagram y también en Facebook. E incluso WhatsApp, que teóricamente era una simple aplicación de mensajería instantánea, te reclama tus fugaces “estados” o “stories”.
Detrás de estas fórmulas amables —”¿Cómo estás? ¿En qué estás pensando? ¿Qué estás haciendo?”— todas estas redes sociales buscan lo mismo que SeeChange: saber qué estás haciendo, recopilar tus datos, analizarlos y venderselos a terceros. Todo es gratis porque el producto que venden eres tú. Además, todas estas aplicaciones permiten, cada vez más, agregar sentimientos o reacciones a las fotografías o post compartidos. Ya no solo Facebook tiene reacciones, ahora en Instagram también te pueden “encantar” los comentarios. Esta multiplicidad de emociones (muy presentes también en See Change cuando Mae comparte su vida y miles de personas la aplauden, comentan y critican) no hacen más que amplificar ese Gran Hermano de tu vida. Te mantienen enganchados y te crean esa falsa sensación de compañía como diciendo “tranquila, no estás sola, tienes 11 millones de amigos... ;-)”.
Estas mismas herramientas para retransmitir en directo ya han causado, también, los primeros estragos: asesinatos, violaciones y accidentes en directo.
Microcámaras para controlarlo todo
Otra de las herramientas que plantea The Circle son microcámaras que se camuflan por todos los rincones de las ciudades y que nos permiten tener un control de todo. Estas microcámaras no necesitan cable, ya que transmiten con precisión vía satélite. Pues bien: esta tecnología no es muy diferente a lo que podría ser una GoPro avanzada mezclada con la tecnología de Google Maps.
Tal vez aún no estamos en el nivel de poder localizar a cualquier persona del mundo en un tiempo máximo de 20 minutos (cosa que sí pasa en la peli), pero tampoco parece demasiado irreal imaginar un día en el que podremos pinchar a cualquier lugar del mapa y ver qué está pasando en tiempo real o qué personas hay en ese sitio. Un poco al estilo de la web Insecam que reproduce (por descuidos o contraseñas muy obvias) lo que está pasando en una tienda de zumos en Atlanta o en el jardín de una casa en Albacete. Todo sin moverte de tu casa.
En una línea parecida, Amazon ha sacado al mercado una cámara que combina inteligencia artificial y asistencia por voz que te hace selfies automáticamente y te la envía directamente a tu móvil para que lo puedas compartir en todas tus redes sociales. No es lo mismo, no, aún no, pero nos estamos acercando.
Fotograma de The Circle
Las empresas de tecnología y la democracia
Las empresas de tecnología no son tus amigas. Eso lo deja muy claro The Circle. Pero, incluso, de eso mismo ya estamos escarmentados. La idea general de mantener una vigilancia global de nosotros —que explora The Circle a lo largo de toda la película— asusta, pero las revelaciones de Edward Snowden ya dejaron en entredicho la seguridad y privacidad a nivel mundial.
La red de espionaje que descubrió el extécnico de la CIA, filtró miles de archivos secretos y datos de millones de personas. Los informes destaparon una red de colaboración y espionaje entre agencias de inteligencia de varios países. Y esas agencias pedían tus datos a cambio de mucho dinero a las grandes empresas de telecomunicación como Google, Apple, Microsoft, Yahoo o Vodafone. The Circle, claro, hubiera estado el primero de la lista.
The Circle también plantea otro debate: obligar a los ciudadanos a ejercer su derecho a voto a través de su propia tecnología. Es decir, que la gente tenga que estar registrada en “el círculo” para poder votar. Esta realidad tampoco resulta del todo marciana. Facebook hace tiempo que está tratando de implementar un registro a través de su aplicación. Ya en 2012 planteó formalizar un registro para las elecciones presidenciales de Estados Unidos través de la red social. Aunque esta propuesta no se ha llegado materializar, de momento, sí que se han implementado la opción "He votado" a todos los países, adaptada a la agenda política de cada país.
Pulseras que miden tu salud
En un momento de la película a Mae la introducen en un sistema sanitario, controlado a través de una pulsera, que permite analizar su ritmo cardíaco, el tiempo que camina o sus hábitos alimentarios en relación a su estado de salud. Esta es fácil, porque recuerda mucho al reloj de Apple o el iCare.
¿Distopía laboral? "Tranquila, aquí no hay horarios"
El parque tecnológico en el que está anclado The Circle es un espacio enorme con amplios jardines, zonas de esparcimiento y espacios verdes que parecen querer potenciar la creatividad y la felicidad de sus empleados. Este vasto espacio, con tecnología puntera y llena de gente joven, no es más que la evolución de lo que podría ser una start up de Silicon Valley o el nuevo campus de Apple que prevé abrir sus puertas en abril de este mismo año. Este centro dará trabajo a más de 12.000 empleados y, como en The Circle, también hay complejos recreativos, deportivos, auditorio, restaurantes, zonas de paseo y meditación. Todo muy guay. Pero estas empresas también esconden infinitas horas de trabajo auspiciadas por discursos neoliberales del "hazlo por ti". Bajo el pretexto de la innovación, se apuesta por un modelo de éxito individual y el capital es el fin mismo. Todo con muchas sonrisas, palabras en inglés y mesas de ping-pong
Y lo más interesante de la relación de Mae, la protagonista, con su nuevo trabajo es justamente eso. Porque el entorno más o menos ya la conocemos, pero su primer contacto con The Circle es un buen reflejo de la cultura del emprendimiento como discurso para la impunidad laboral.
"Tranquila, aquí no hay horarios", le indican a la protagonista después de preguntarle por qué ha estado tan desaparecida durante el fin de semana. "Te fuiste el viernes por la noche y no has aparecido hasta el lunes". "¿Qué ha pasado?" "¿No haces actividades con tus compañeros del círculo?". Sus compañeros de recursos humanos le sugieren con un tono tan buenrollista como infinitamente cínico que debería hacer más actividades para integrarse con la comunidad, así como animarse a compartir más cosas en sus redes sociales. Todo, claro, es "voluntario". El objetivo final es conseguir que de forma voluntaria invierta cada vez más tiempo en The Circle y, por lo tanto, exponga cada vez más su vida y, de paso, trabaje gratis. La exposición de su privacidad, que irá en aumento, también nos plantea el debate de cómo la presión de grupo —o la necesidad de formar parte de una "comunidad" y sentirse querido o querida— nos vuelca a entregarnos a este tipo de redes sociales, sin miramientos, sin ni siquiera plantearnos si es lo que realmente queríamos.
Aunque, a veces, el coste de todo eso sea nuestra propia vida.
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