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Lisa Brennan-Jobs publica unas duras memorias cuestionando el legado de su padre

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Lisa vino al mundo en 1978. Su padre, que la concibió con 23 años, no la reconocería hasta 1980, cuando una prueba de ADN determinó una coincidencia de parentesco superior al 94%. Ahora está a punto de publicar sus memorias... y no dejan al fundador de Apple en muy buen lugar

V.P.

28 Agosto 2018 12:28

Lisa Brennan-Jobs vino al mundo en 1978. Su padre, que la concibió con 23 años, no la reconocería hasta 1980, cuando una prueba de ADN determinó una coincidencia de parentesco superior al 94%. Con una sentencia favorable a la madre de Lisa, Chrissann Brennan, su expareja se vería obligada a abonar los pagos de manutención atrasados y empezar a cubrir los que vendrían con 500 dolares al mes hasta que Lisa tuviese 18 años.

El juicio terminaría el 13 de diciembre de 1980. Cinco días después, Apple salía a bolsa y en palabras de la propia Brennan Jobs “de la noche a la mañana, mi padre pasó a tener un valor que excedía los 200 millones de dólares”. Su padre, claro, utilizaba Steve como nombre de pila.

El padre de Lisa era Steve Jobs.

En Small Fry, unas memorias que llegarán a las librerías el próximo mes, Lisa Brennan-Jobs mira atrás con ira, en una autobiografía donde Steve Jobs es retratado como un padre ausente e incapaz. ¿Un ejemplo? Los meses previos al juicio Lisa y su madre, que encadenaba trabajo precario con trabajo precario, se vieron obligadas a recurrir a la beneficencia y a la caridad de sus allegados.

Jobs, por su parte, y aun sin reconocerla como hija, bautizó con el nombre de Lisa a un ordenador en el que llevaba trabajando desde 1978. Reconoció que lo hizo a conciencia en una cena con Bono, de U2, donde la propia Lisa se encontraba entre los comensales invitados. “Es como si los famosos necesitasen de otros famosos para reconocer sus secretos”, escribe Brennan-Jobs en sus memorias.

Small Fry se adentra en terrenos escabrosos: hay pasajes con una Lisa de 9 años siendo interrogada por su padre sobre sus preferencias sexuales; con Steve Jobs fingiendo tener sexo con su esposa Lauren en una habitación de la que no dejaban salir a Brennan-Jobs; con Lisa muriéndose de frío en su cuarto del domicilio paterno, una estancia en la que Steve y Lauren se negaron a colocar calefacción.

La falta de afectos a la que la sometieron fue excusada con una frase lapidaria de Lauren, que quedaría grabada a fuego en la memoria de Lisa: “Aquí somos gente fría”.

Small Fry parece tener tanto de herida abierta como de intento de reconciliación. Lisa Brennan-Jobs rememora los eventos que la unieron a un padre abusivo no tanto para difamar su figura, sino para intentar abordarla desde una óptica con la perdonar sus excesos. “Cuando en su lecho de muerte me dijo que olía a váter”, concluye la hija de Jobs, “no estaba siendo agresivo, sino honesto”.

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