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Reportaje
28 Agosto 2019 02:17
Pensaba que te había olvidado y que tu nombre estaba muerto… pero pusieron LA CANCIÓN que cantábamos bien borrachos los dos
En el marco de la décima edición del Hellow Festival, fuimos hasta Monterrey, la capital del cabrito y la calor, a comprobar que LA CANCIÓN de José y Benito nos llega a todxs in a million ways.
Para esa hora, ya debería estar en el aeropuerto pasando la banda de inspección, sentado en la sala de abordar esperando el llamado de la aerolínea para subirme al avión que me llevaría de la CDMX hacia el Hellow Fest en Monterrey para ver a J Balvin & Friends y cantar a todo pulmón la fucking canción, esa que siempre ponías y cantábamos bien borrachos los dos, pero pasó todo lo contrario: me quedé profundamente dormido. ¡ME QUEDÉ DORMIDO! No sé si fue la emoción del día anterior (la pacheca) o el cansancio acumulado de la semana, whateveeeeeer… Ni la alarma del despertador ni el timbre de la puerta cuando pasaron por mí, nada, absolutamente nada, me despertó para tomar a tiempo el avión.
Ahora sí, al despertar de mi sueño infinito y ver la luz del día, lo primero que se vino a mi cabeza fue un “ya valió berga”. Eran las 7:44 am en el reloj y el vuelo despegaba a las 8:25 am. Mi primera reacción fue escribirle a mi compañero de viaje para decirle lo ya obvio y que iba lo más rápido posible hacia el aeropuerto, pedí el taxi en chinga mientras me cambiaba rápidamente como zombi y agarraba mis cosas. Algo en mí sabía que no iba a alcanzar a llegar, pero en mi mente dormida sí lo lograba y no quería dejar de intentarlo. Además, el taxi decía que llegaba 8:05 am a la terminal y no iba a documentar, así que las esperanzas de llegar aún no terminaban 100%. BTW: viajaba en una aerolínea famosa por sus retrasos e inconvenientes, así que había más chance de lograrlo.
Llegué al aeropuerto, terminal 1, puerta tres, sala de abordar 2 (la más pinches lejos). Entré corriendo como de película romántica queriendo impedir que alguien se fuera, pero no era mi caso (ojalá, pero no): solo quería llegar al avión para ir al festival y contarles qué pex. Al llegar a la sala pasó lo que se venía venir: el vuelo y el avión ya habían cerrado por completo 15 minutos antes del despegue oficial. Lo tenía enfrente de mis ojos, pero la encargada del vuelo decidió mandarme alv (a la puerta seis a cambiar mi vuelo para otro día) a pesar de mis ruegos para que me dejara subir al avión. Así que tomé la dignidad que me quedaba, sin sentimientos y el corazón desierto, y fui a ver qué posibilidades había de cambiar mi vuelo para más tarde para poder llegar al Hellow Fest a ver a José Álvaro y A$AP ROCKY.
Una vez que estaba en el área de “Servicio al cliente”, me dijeron que el próximo vuelo era a la 1:00 pm, pero que al parecer ya iba lleno. ¿Seriously? ¿SERIOUSLY? Comprar un vuelo de más de tres mil varos no era una opción y pues tampoco me iba a tirar a llorar (sí lloré poquito por dentro). En mi mente, ya estaba todo perdido ahora sí: solo quedaba esperar el milagro del aeropuerto y que el señor de la ventanilla se pusiera chingón pa’ conseguirme un asiento en el siguiente avión.
Estuve esperando por unos minutos a ver si el sistema arrojaba algo y tómala: el milagro del OASIS se dio. “Queda un lugar”, dijo el señor que sí se puso chingón (aplausos para él). Solo tenía que pagar la diferencia de tarifa (300 pesos). Obviamente, dije que sí (el rico). Los ojos se me iluminaron, respiré y conté hasta tres. Mis ánimos habían regresado después de la agitada mañana no planeada que había tenido. Monterrey, cuerpo y alma, allá vamos.
Decidí quedarme en el aeropuerto para evitar obstáculos e inconvenientes como el tráfico o volverme a quedar dormido. Con mi nuevo pase de abordar me metí a la sala y esperé hasta que se anunciara la salida del vuelo mientras me cambiaba de ropa, hablaba con mi compañero del calor de Monterrey y me desayunaba un McBurrito.
“Pasajeros con destino a la ciudad de Monterrey en el vuelo 4568 de XXXXX aerolínea, favor de abordar por la puerta 13”, anunciaban por el altavoz. Lo primero que se vino a mi cabeza fue: “nomás falta que se caiga el avión”. Ay no, qué miedo. Para la suerte que traía (y que me mandaban a la puerta 13), ya estaba dudando de subirme y no afrontar lo que me esperaba de destino final. Lo iba a tomar como un mensaje de la vida de que no tenía que ir a Monterrey y mejor me quedara viendo series en mi camita y echara el blunt, pero pues ya estaba ahí y me arme de valor (aysí). Hice la fila de abordaje y me trepé al avión para ver la carita preciosa de José y disfrutar del Hellow Fest en todo su esplendor pasara lo que pasara. Me persigné.
Después de haberme dormido todo el vuelo (como si no hubiera dormido ya suficiente) y agradecido de que no se cayera bendito dios, pensé que todo iba relativamente bien: el día soleado, caluroso, veraniego, huhuhu, pero nomás me subí al taxi y la ciudad se nubló y tornó gris lluvia. “Lo que faltaba”, volví a pensar. Definitivamente no era mi día, pero una vez más ya estaba ahí: a un par de minutos de lograr el objetivo y, pese a la lluvia que se venía venir, solo quedaba llegar al Parque Fundidora, encontrarme con mi compañero y entrar al Hellow.
Llegué al festival y, efectivamente, empezó a caer un tormentón. Para este punto ya no me echaba la culpa a mí, sino a la ciudad. Más allá del clima o los inconvenientes futuros, ya no era mi responsabilidad. Estaba entre regias con pelaza y culaza (e impermeable) para ver los diferentes actos y comerme un burrito gigante de carne asada. #Norteño
Al encontrarme con mi compañero, que siempre confió en mí y me echó porras, nos dirigimos al Hellow West Stage a ver a Milkman, un rapero regiomontano que tendría de invitado a Alemán. Yo solo estaba ahí para ver a Alemán y escuchar la de Rucón sin importar la lluvia o el lodo o que solo cantara una o dos canciones (siempre fan de Alemán a donde vaya). Después de un rato bajo la lluvia, decidimos irnos a refugiar a la carpa de prensa en lo que bajaba un poco para tomarnos unas chelas y unos mezcales. Hangeamos con otros amigos, pero decidimos volver a salir ya un poco secos y dirigirnos a los escenarios principales para ver a HONNE (quien, por cierto, es un hermoso pero se aprecia más en un foro pequeño) y a Justice (un desastre total esos tíos: ya mejor que solo pongan las de ellos y no sets de boda con el YMCA. TODO MAL).
Al caer la noche, con los zapatos pesados por el lodo y aún un leve de lluvia, a las 8:30 pm en punto, el escenario estaba listo para la primera presentación en México de A$AP ROCKY. Yo, hasta adelante en primera fila con los fotógrafos de prensa, fui sintiendo cómo poco a poco las bocinas empezaban a retumbar contra el suelo. En eso, en cuestión de segundos se encendieron las luces y una sombra gigante apareció detrás de una tela blanca semitransparente que cubría todo el escenario. Ajá: es él. El público no dejaba de aclamar la presencia del rapero de Harlem.
Entre gritos y empujones, la tela cayó y salió corriendo por todo el escenario con una máscara. A$AP FOREVER fue el track con el que daba inicio a una hora de rap puro y pesado, entregándolo todo pese a algunas fallas con el audio. Le siguieron algunas de sus más famosas canciones como F**kin’ Problems y L$D. Unas dos canciones antes de que A$AP terminara, decidimos movernos e irnos al otro escenario para agarrar buen lugar para ver a J Balvin. Me vo’ a desmayar.
“Y si el pueblo pide” empezó a sonar. Arcoíris llenaron las pantallas y ahí estaba José, el famoso J Balvin, representante internacional del latino gang, entre humo en medio del escenario con una sudadera verde con un Piccolo de Dragon Ball y el pelo pintado de morado con líneas negras que simulaban ser piel de cebra. El público se volvía loco y yo también. Luego de todo un día de caos y eventos desafortunados, ya todo se había olvidado. Al verlo, lo descancelé por los comentarios machistas que alguna vez dijo. “Menos hate y más perreo”, pensé. Así que preferí ponerme a cantar y bailar entre y con extraños y gente bien borracha que estaba sintiendo lo mismo que yo.
Después de echarse canciones como Machika o Con Altura y ponernos a saltar por unos 30 minutos bajo la lluvia y una noche perfectamente negra, se escuchó venir lentamente Pensaba que te había olvidado. Inició José LA CANCIÓN con voz de melancolía y desilusión, mientras todos en el público gritabamos junto a él esa canción que nos hace pensar que ya lo habíamos olvidado todo, pero no. Así, sin más, todos los presentes empezamos a cantarla a todo pulmón, como si se tratara de un himno —ya lo es— a dueto con J Balvin. Estábamos entregándolo todo porque, aunque nos duela, todos tenemos una canción que nos hace pensar en aquella persona que ahora solo soñamos despiertos. “Yo ni te extrañaba ni te quería ver pero pusieron la canción que te gustaba poner y me acordé de ti” se escuchaba en todo el Parque Fundidora. No estábamos llorando: eran las gotas de la lluvia saliendo de nuestros ojos. J Balvin caminaba por todo el escenario escuchando cómo todos estábamos ahí para cantar esa canción.
LA CANCIÓN es una canción (valga la redundancia, pero pues así se llama) que llegó para sacarnos de pedo de la nada, como un balde de agua fría que nos cae inesperadamente sobre la cabeza. Porque, queramos aceptarlo o no, todos tuvimos alguien con quien tuvimos momentos increíbles y cogíamos increíble y hablábamos increíble y todo era increíble, pero ya no. Esa persona que ya solo nos pone contentos que le vaya bien y que en el fondo siempre extrañaremos. Aunque la cubramos y bloqueemos con mil cosas raras, siempre habrá una canción que nos hará explotar y decir “pensaba que te había olvidado, pero pusieron la canción”. Gran terapia, gran canción, gran OASIS.
Para terminar, nos fuimos a ver a la que más pega’ de España, la más perra: LA BAD GYAL. Perreando hasta el último minuto del festival claro que sí.
Así, el Hellow Fest décima edición llegó a su fin con mucha lluvia, mucho lodo, mucha música y muchas historias para contar, pero sobre todo será recordado por una cosa (por lo menos para mí): J Balvin y LA CANCIÓN.
Así como la canción de José es La Fantasía Oscura de Kanye West, ¿cuál es tu canción?
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