Treinta maneras de huir y ser felices

Te levantas el lunes por la mañana con cierta sensación de culpa. Las noches del finde se parecen más a un fantasma que a un amigo. Preparas algo para comer y sales a trabajar, como cada semana, como cada año. El peso de la rutina es insoportable. Conforme avanza el día te preguntas por qué siempre tiene que ser igual, por qué la máxima obligación que tenemos es ganar dinero para pagar una casa que no es nuestra, en una ciudad que no nos cuida, en un mundo que cada vez se hace más hostil. ¿Y si lo dejáramos todo? ¿Qué pasaría si huyéramos?

Que la vida amarga no hace falta demostrarlo. Y que el hastío, mezclado con la inseguridad permanente, nos hace soñar que la huida es posible, tampoco. Huir nos devuelve la libertad.

La huida es tentadora, y peligrosa, pero también es sanadora. O al menos eso es lo que Antonio Pau intenta decirnos en su exquisito Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, publicado por Trotta. Un libro en el que se describen treinta maneras de huir que han tenido éxito. Después de hacerlo, sus protagonistas se convirtieron en seres más felices, más conscientes, más fuertes. ¿Será eso posible? Parece que sí.

“Un viejo tópico asocia huida a cobardía. Y sin embargo es todo lo contrario: huir es, en la mayoría de los casos, un acto de valor. (…) No, huir es de valientes. Porque la felicidad es un deber”.

Después de convertirse en uno de los biógrafos de referencia gracias a sus obras sobre Rilke, Novalis o Hölderling, Antonio Pau despacha esta vez un libro diferente. Un tratado de filosofía sin querer aparentarlo. Un compendio de prácticas presentadas de forma de lista, al más puro estilo contemporáneo. La diferencia: el libro viene con una carga de profundidad que te mantiene atado y no te suelta: ¿es posible ser feliz con la vida que llevo?

En una entrevista reciente, Pau explicaba que huir “no es dejarlo todo, es cambiar el ritmo de la vida. A lo mejor es tener menos ambición de dinero, de reunir cosas, y vivir más. Pensar más en la familia y los amigos. Disfrutar más de las cosas naturales, del campo”. Como dice Thoreau, uno de sus protagonistas: "¡Es tan hermoso vivir!".

Se trata de un libro construido contra dos grandes enemigos: el estrés que genera vivir una vida absolutamente mediada por la tecnología; y la angustia que produce la tentación consumista, esa que tan pronto nos atrae con sus olores y colores, como nos expulsa provocando la necesidad de seguir comprando más y más. Todo por unos breves segundos de orgasmo neuronal.

Si nos creemos que el placer, la felicidad o la libertad son obligaciones morales, entonces deberíamos ser capaces de enfrentarnos a todo aquello que nos desvíe de ellas. Huir no es negarnos, ni renunciar a nada, huir es aceptar lo que somos de manera radical y actuar en consecuencia. Así lo hicieron: Epicuro, Buda, Pascal, Baudelaire. Cada uno de ellos nos dibuja, con su vida o con su obra, una propuesta de huida, que al final es una autoafirmación. La misma que asume una pareja mayor cuando se aleja del mundanal ruido a refugiarse uno dentro del otro. “¿A dónde huir? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en ti”, nos dijo Yourcenar en uno de sus poemas cuando el mundo ardía en medio de la guerra mundial.

Huir es tenerlo claro, saber hacia donde vamos y cuales son las razones para enfrentarnos. En palabras del propio autor, "Nada produce más felicidad que la huida. Se podría decir incluso que para ser feliz hay que huir".

Con este libro se abre el camino a una nueva disciplina, la escapología. El arte de huir, esto es, el arte de recordarnos qué vale la pena vivir y qué no. La huida es una pulsión que nos acompaña. Cualquiera puede escuchar su llamada. Así que, ¡ánimo, huyamos!