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Reíos ahora del feminismo

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Imagen: Netflix
 

Reíos ahora del feminismo

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/OPINIÓN/ “Su monólogo deja al descubierto la violencia implícita en todos aquellos discursos, especialmente dentro de la izquierda, que se dedican a disparar —indirectamente, siempre indirectamente— contra el feminismo actual” #ContraTodo

Empecemos por lo importante: Hannah Gadsby ha roto la comedia.

Después de escuchar su monólogo-ensayo-manifiesto es imposible plantarse ante una stand-up comedy o cualquier otro programa de humor, incluso de aquellos que se reivindican como políticos. Es imposible reírse como antes, pasando por alto la historia de violencia de la que esa risa ha sido partícipe. Es imposible recurrir a la trinchera de la libertad de expresión, y poner en marcha ese aspersor de mierda llamado "incorrección política".

Es cierto. El hombre blanco heterosexual es el objetivo explícito de su avalancha verbal; Nanette es una cacería dramatizada en la que Gadsby se viste tanto de sutil francotiradora como de furiosa bacante. Pero su monólogo, en realidad, sirve de trampa para ratones, y esta vez ha pillado a uno bien grande: la fragilidad masculina del feminismo-sí-pero-no-tanto.

('Nanette', Hannah Gadsby, 2018)

Más allá de la violencia que sufre por ser mujer, lesbiana y "poco femenina", Gadsby manifiesta la agresividad discursiva que la atenaza en público y le impide hablar de su historia sin etiquetas que blanqueen lo abyecto de su experiencia; sin recortar la crueldad de su testimonio para que la angustia no sature la risa; sin autohumillarse irónicamente para que la ignominia sea digestible para aquellos que ayudan a perpetuarla.

Su monólogo deja al descubierto la violencia implícita en todos aquellos discursos, especialmente dentro de la izquierda, que se dedican a disparar —indirectamente, siempre indirectamente— contra el feminismo actual; contra su articulación concreta en el contexto neoliberal; contra los excesos del #metoo y las exageraciones de las redes; contra los linchamientos indignados y las cazas de brujas.

"Tiene que ver con cómo debatimos en público sobre temas delicados [...] Creemos que importa más tener razón que apelar a la humanidad de aquellos con quien no estamos de acuerdo"

(Hannah Gadsby)

Gadsby escarbra justo ahí, en la frontera exacta en la que los privilegios empiezan a desgastarse, y alumbra la resistencia crispada de quien por primera vez se siente "una subcategoría de lo humano", un "humano no-neutral", y explota de rabia contra una cosmovisión en la que él no es el centro.

"Tiene que ver con cómo debatimos en público sobre temas delicados", aclara Gadsby en uno de los picos dramáticos de su actuación. "Es tóxico, inmaduro y destructivo. Creemos que importa más tener razón que apelar a la humanidad de aquellos con quien no estamos de acuerdo".

Porque en medio de la batalla de egos que, de Twitter a Hollywood, pone a la "reputación" por encima del acoso, las agresiones, las violaciones y los asesinatos sistemáticos de mujeres, resulta demasiado fácil caricaturizar el feminismo, hacer humor contra las de abajo y dedicar largas columnas a explicar con detalle todo lo que están haciendo mal.

Pero Hannah Gadsby no está dispuesta a que siga siendo así. "¡Yo estoy en mi plenitud! ¿Pondríais a prueba vuestra fuerza conmigo?".

Reíos ahora del feminismo, si os atrevéis.

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