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Confirmado: las mujeres heterosexuales son las que menos orgasmos tienen

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Es posible que lo sospecharas pero ahora un estudio científico lo confirma

anna pacheco

05 Julio 2018 11:36

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Las mujeres heterosexuales son el grupo de población que menos orgasmos tiene. Es posible que intuyeras este dato, pero, ahora, un estudio realizado en Estados Unidos y publicado en Archives of Sexual Behavior confirma con datos esta sospecha.

En el estudio han participado 52.588 personas entre 18 y 65 años. Entre ellos, 26.032 hombres heterosexuales, 24.102 mujeres heterosexuales, 452 gays, 340 lesbianas y 1.112 chicas bisexuales. Los resultados son bastante concluyentes: los hombres heterosexuales, por lo general, son el grupo que llega al orgasmo con mayor frecuencia (95%). En contraposición a este dato, las mujeres heterosexuales son las que menos orgasmos tienen (65%).

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Por lo demás, homosexuales y bisexuales —de ambos géneros— superarían el número de orgasmos que el de las mujeres heterosexuales. Y, entre las mujeres, el grupo que alcanza el clímax más veces es, claramente, el de las lesbianas (86%)

Estos datos son bastante reveladores en el sentido de que ponen de manifiesto una tendencia: el desequilibrio notable en las parejas heterosexuales, la brecha orgásmica. Mientras que los hombres tienen más orgasmos que ningún otro grupo, las mujeres tienen menos que ninguno. El dato es interesante y nos obliga forzosamente a pensar en cómo lógicas sexoafectivas normativas perpetuan la desigualdad y siguen relegando el placer de la mujer a un segundo lugar menos importante. No es nada nuevo. Pero está bien recordarlo. La revolución feminista se hace en las calles, en la política, en el trabajo; pero, sobre todo, en casa y en lo más íntimo. Se empieza en la cama.

La revolución feminista se hace en las calles, en la política, en el trabajo; pero, sobre todo, en casa y en lo más íntimo. Se empieza en la cama.

En esta brecha, remarca el estudio, inciden el tabú existente a la hora de hablar sobre preferencias sexuales en las parejas heterosexuales —algo que pasa en menor medida en el resto de grupos— y la incoporación, o no incorporación, de determinadas prácticas sexuales especialmente placenteras para la mayoría de mujeres encuestadas. El estudio revela que las mujeres que tienen más orgasmos son aquellas que reciben con mayor frecuencia sexo oral. Pero, y aquí otro dato tan importante como deprimente, menos de menos de la mitad de las mujeres tienen siempre sexo oral en sus relaciones íntimas.

La mayoría de mujeres encuestadas aseguraron no precisar penetración para llegar al orgasmo. Por el contrario, prefieren besos, estimulación manual y sexo oral. Esto nos lleva a otro debate: si la mayor parte de las mujeres son clitorianas (si acaso sigue teniendo sentido esa separación), por qué buena parte del sexo —hegemónico, dominante en los medios, en el cine, en el porno— sigue siendo esencialmente coitocentrica. Nos hemos educado en una sexualidad patriarcal, en la que la penetración de un pene en la vagina, deviene la parte esencial del acto sexual. El objetivo último. Pero está probado que eso no es lo que, necesariamente, da más placer a las mujeres.

El sexo no son matemáticas. Es todo lo contrario. Por eso mismo, difícilmente se puede explicar con un puñado de datos estadísticos, nombres o clasificaciones como los anteriormente mencionados. Sin embargo, desde un punto de vista práctico, sí nos sirve para entender o comprender mejor cómo funcionan y se explican ciertas dinámicas y en qué forma permea la cultura patriarcal en nuestras vidas. La brecha orgásmica no es una verdad absoluta, claro. Ni siquiera el orgasmo debe ser como tal un fin en si mismo. Pero sí es interesante reparar en el placer, los gustos y los intereses y los desequilibrios que confluyen en todo ello.

La herencia de una educación sexual basada en la desigualdad también influye: a las mujeres se nos educa en la sumisión y en la discreción (no te muestres demasiado lasciva, ni demasiado recatada, no reclames, no tomes la iniciativa, no te masturbes o, al menos, no lo cuentes); mientras que, en los hombres, la sexualidad, y la agencia de la misma, se convierte en un símbolo de su virilidad desde la infancia. Son dos caras de la misma moneda que sirven para explicar en buena medida por qué estos datos siguen siendo hoy de actualidad.

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