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Destapan los campos de reclusión chinos donde se lava el cerebro a las minorías

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La filtración de documentos secretos revela cómo el gobierno chino persigue y encierra a los uigures. Se trataría del mayor internamiento en masa de una minoría desde el Holocausto.

PlayGround

25 Noviembre 2019 16:21

La filtración de documentos oficiales del Partido Comunista ha detallado por primera vez los mecanismos de detención masiva y lavado de cerebro que el gobierno chino practica sobre cientos de miles de uigures musulmanes.

Los llamados “cables de China” muestran el estricto funcionamiento y el manifiesto marco ideológico detrás de los centros de detención en la región noroeste de Xinjiang, contradiciendo la afirmación de Pekín de que los campos ofrecen reeducación voluntaria a minorías étnicas con el objetivo de evitar su radicalización.

Los documentos fueron entregados por una fuente anónima al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y compartidos a 17 medios de comunicación, incluyendo la BBC, The Guardian o El País. Han sido evaluados independientemente por expertos que han concluido que son auténticos. China, por su parte, asegura que son “noticias falsas” y que los documentos han sido “fabricados”.

Cuando surgieron los primeros informes sobre campos de internamiento masivos en los que se encerraba a prisioneros sin juicio previo, Pekín empezó por negar su existencia. Pero cuando las fotos por satélite y los testimonios de ex reclusos constataron la evidencia, el gobierno chino aseguró que eran campamentos voluntarios para la prevención del terrorismo.

Ahora, los cables, fechados principalmente en 2017, revelan cómo a raíz de los disturbios raciales y los ataques terroristas acontecidos en la región de Sinkiang en 2009, el Partido Comunista estableció un sistema de campos de internamiento de alta seguridad concebidos como centros de reclusión forzada y lavado de cerebro a gran escala. Desde entonces, estos campos han encerrado, adoctrinado y castigado a más de un millón de personas. Según el Consorcio, se trataría del mayor internamiento en masa de una minoría desde el Holocausto.

El Consorcio describe los documentos como un "manual de operaciones" para dirigir los campamentos que detalla un sistema orwelliano de vigilancia masiva de las comunidades uigures y otros grupos minoritarios.

Los documentos incluyen una orden sobre cómo deben construirse y gestionarse estos campos. Estas son algunas de las directivas que establece el documento:

  • Los campos son centros forzados de reeducación ideológica y conductual, ejecutados en secreto para reconectar el pensamiento de los reclusos. La formación profesional solo se lleva a cabo en instalaciones separadas después de la liberación de los prisioneros.
  • Los campos deben cumplir con un estricto sistema de control físico y mental, con múltiples capas de cerraduras en dormitorios, pasillos, pisos y edificios.
  • Las autoridades penitenciarias han recibido la orden de "evitar fugas" mediante la instalación de torres de vigilancia, puertas de doble cerradura, alarmas, videovigilancia general y seguridad en la puerta de entrada.
  • Los reclusos pueden ser retenidos indefinidamente, pero deben servir al menos un año en los campamentos antes de que puedan ser considerados para la liberación.
  • Los campamentos se gestionan con un sistema de puntos. Los reclusos son obtienen créditos su uso del mandarín, su "transformación ideológica" y su adhesión a las estrictas reglas del campamento que rigen todo, desde donde comen, realizan tareas, estudian o incluso van al baño.
  • Se alienta a los "estudiantes" a transformarse verdaderamente, y también se requiere el "arrepentimiento y la confesión".
  • El único contacto con el mundo exterior de los reclusos son llamadas telefónicas semanales y una videollamada mensual con familiares. Estas pueden suspenderse como castigo.

Muchos de estos puntos concuerdan con los testimonios de ex-reclusos. También revelan nuevos detalles como la existencia de dos niveles de campamentos. El primero parece centrado en el aprendizaje del mandarín y en la re-orientación ideológica mientras que el segundo está enfocado en el “entrenamiento en habilidades laborales". Previamente han existido diversos informes acerca de trabajos forzosos en Xinjiang como parte de los campos del gobierno. Los reclusos que completan la reeducación en el primer campo pueden verse obligados a trabajar en los campos de segundo nivel.

Los documentos también ponen de manifiesto la voluntad del gobierno chino de mantener estos campos en estricto secreto. Además de la prohibición de videos y fotos, el personal tiene la orden de no compartir información importante, haciendo que incluso aquellos dentro del sistema tengan dificultades para entender su funcionamiento completo.

Otros documentos confirman la enorme escala de las detenciones. Uno de ellos, por ejemplo, revela que en una sola semana en junio de 2017, el sistema identificó a más de 24,000 "personas sospechosas" solo en los cuatro distritos del sur de Xinjiang. Dos tercios de ellos fueron detenidos, con más de 15.600 enviados a los campos de reeducación y 706 enviados a la cárcel.

Los documentos también exponen la magnitud del programa de vigilancia masiva del gobierno chino. Uno de los boletines muestra cómo el sistema dio la alarma respecto a 1,9 millones de personas simplemente por usar la aplicación de intercambio de ficheros Zapya. Más de 40.000 de las personas que la usaron fueron consideradas sospechosas o habían sido etiquetadas como potencialmente "dañinas".

Otro documento enfatiza cómo los funcionarios deben seguir de cerca las relaciones entre los reclusos uigures, y cómo aquellos a los que se interrogue deben ser obligados a informar nombres de amigos y familiares.

Con todo, los documentos ponen de manifiesto una campaña gubernamental integral que ha llevado al mayor internamiento masivo de una minoría étnico-religiosa desde la segunda guerra mundial. El objetivo no es solo la minoría uigur sino otros grupos étnicos mayoritariamente musulmanes. Muchas voces denuncian el objetivo de la campaña es destruir la herencia uigur, así como su identidad social, cultural y religiosa.

China ha rechazado la veracidad de los documentos y ha tildado la investigación de “torpe y mezquino ardid”. En su rueda de prensa diaria, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Geng Shuang afirmó que se está tratando de “exagerar el tema de Xinjiang” para “difamar” la campaña impulsada por Pekín de “antiterrorismo y desradicalización”.

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