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Artículo El juicio político que puede desactivar a la extrema derecha callejera Now

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El juicio político que puede desactivar a la extrema derecha callejera

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Clément Méric, un militante antifascista de 18 años, fue asesinado en junio de 2013 por un grupo de extrema derecha. La sentencia, que se hará pública este viernes, será decisiva para la reputación de las fuerzas de choque de la ultraderecha

víctor parkas

12 Septiembre 2018 18:07

Clément Méric tenía 18 años y una bolsa con ropa Fred Perry recién comprada. No hay pijada alguna: Méric era estudiante de ciencias políticas adscrito a Solidaires Étudiant-e-s, miembro de Acción Antifascista París-Banlieue y, como diría Pete Meaden, no hacía otra cosa que “vivir pulcramente en circunstancias difíciles”. Fred Perry lleva desde mediados de los sesenta vistiendo a mods, rude boys y skinheads de todo signo político: desde redskins antirracistas como Clément, hasta naziskins como los que se cruzaron con él en los aledaños de una tienda de ropa especializada en moda británica.

Porque Clément Méric tenía 18 años, una bolsa con ropa Fred Perry y la mala fortuna de chocarse, cerca de la estación de Saint Lazare, con Esteban Morillo, Samuel Dufour, Alexandre Eyraud y Katia Veloso, un grupo de skinheads con filiación nazi. Cuatro contra uno —un clásico de la extrema derecha callejera—, los neonazis apalizaron a Méric hasta dejarlo en coma irreversible. Al llegar al hospital de Pitié-Salpetrière, Cément se encontraba en un estado de muerte cerebral con la que el personal médico no pudo lidiar: el 5 de junio de 2013, pocas horas después de la agresión, el corazón de Clément Méric se detuvo.

Clément Méric durante una sesión de pinchaje (Foto: Léo Ks et Collectif Œiil)

Han pasado más de cinco años desde aquel asesinato, y apenas una semana desde que arrancara el juicio contra sus perpetradores: el Tribunal Supremo de París sentaba en el banquillo, el pasado 4 de septiembre, al español Morillo, Dufour y Eyraud, no así a Veloso. A los dos primeros se les acusa de “violencia homicida voluntaria”, mientras que al tercero sólo se le imputa una “agresión en grupo”. Por ello, Eyraud podría hacer frente a una pena máxima de cinco años de prisión, en contraste con los veinte años de condena que tendrían que cumplir Morillo y Dufour en caso de ser declarados culpables.

Como señala Anna Montull en La Directa, Morillo ha confesado ser el autor de dos de los puñetazos que causaron la muerte a Méric, aunque niega haber utilizado un puño americano para propinarlos. Samuel Dufour comparte estrategia con su compinche: no utilizó puño americano, asegura, además de negar rotundamente el enfrentamiento directo con Méric. Un mensaje de texto enviado por Samuel, sin embargo, contradice esta versión: en el SMS, el neonazi se jacta de haber utilizado un puño metálico durante la agresión. Pese a que la autopsia descartó el uso de arma blanca aquel 5 de junio, una contraexperta de la acusación habría localizado una fractura en la nariz de Clément que podría ser decisiva.

De verificarse esta última versión, las penas de Esteban Morillo y Samuel Dufour podrían aumentar exponencialmente.

Carteles de una manifestación en recuerdo de Clément (Foto: La Horde)

Desde el 5 de junio hasta hoy mismo, la extrema derecha francesa ha querido vaciar de contenido político el asesinato de Clément, intentando imponer el falso relato de pelea-entre-tribus-urbanas. Morillo, Dufour y Eyraud eran miembros de la ultraderechista Troisième Voie, concretamente de sus fuerzas de choque: las JNR o Juventudes Nacional Revolucionarias. El líder de ambos grupúsculos, Serge ‘Batskin’ Ayoub, habría tenido contacto con los acusados poco antes de la agresión mortal, así como después: los asesinos de Méric se darían cita con Ayoub en el bar privado Le Local poco después de dejar inconsciente al joven antifascista.

Pese a ello, Patrick Maisonneuve, abogado de Morillo, niega que la paliza a Méric sea “una acción de naturaleza política”.

La verdad siempre se impone al blanqueo: precisamente en 2013, desde que Francia aprobase en febrero de ese mismo año la Ley Taubira que permitía las bodas entre personas del mismo sexo, la extrema derecha se sintió legitimada para tomar las calles. Ellos mismos bautizarían su envalentonamiento como “Primavera Francesa”: unas semanas infames en las que se repitieron los ataques a locales LGTBIQ y las agresiones contra activistas de izquierdas, como la que acabó con la vida de Clément Méric. Decir que su asesinato no fue “una acción de naturaleza política” les parece una defensa legítima.

Creerlo exige una suspensión de la incredulidad previa a una Navidad con ocho años.

Serge ‘Batskin’ Ayoub dando un discurso desde la tribuna (Foto: La Horde)

El Tribunal Supremo dictará sentencia el próximo viernes 14 de septiembre y, con ello, no sólo se decidirá el destino inmediato de Esteban Morillo, Samuel Dufour, Alexandre Eyraud. Lo que verdaderamente está en juego en el juicio a los asesinos de Clément Méric es la reputación de la extrema derecha: un fallo a favor de la familia de Méric supondría una presa de contención para el neofascismo francés; un fallo en contra, razón suficiente para empoderar en las calles lo que el Frente Nacional achica desde el legislativo. Si el nazismo encuentra refugio bajo una toga, la muerte de Méric habrá sido, todavía más, en vano.

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