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Mauricio Macri no está demasiado fino cada vez que habla sobre la Superfinal. Primero fue su petición de que hubiera hinchas visitantes en las dos canchas, tratando de insertar en la opinión pública un debate sobre una prohibición vigente desde 2013 para evitar incidentes violentos.
No recibió solo críticas en redes y contestación de periodistas deportivos en televisión. Los propios clubes y la AFA lo rechazaron y se jugará finalmente, y como era lógico, sin hinchas de River este sábado en La Bombonera ni de Boca el día 24 en El Monumental. Todo a pesar de que la ministra de Seguridad estaba con él: ¿vamos a tener un G20 -en referencia a la reunión de los países industrializados y emergentes que se celebra en Argentina a finales de mes-, cómo no vamos a dominar un River-Boca?, se preguntaba Patricia Bullrich.
El presidente tampoco ha tenido una frase muy afortunada hace dos días, en la visita a un laboratorio. Alguien le grabó -y viralizó- a Macri diciendo "esta vez se nos tiene que dar... ese culón de Gallardo...", en referencia despectiva a la suerte que atribuye al entrenador de River. Sería absurdo pedir imparcialidad exquisita a quien fuera presidente de Boca durante doce años, pero sí quizá algo más de responsabilidad.
Más precisamente cuando la Superfinal, el Superclásico que define la Libertadores 2018, enfrenta a dos hinchadas en las que el pique cotidiano, la cargada más o menos simpática contra el rival, a veces transita esa fina línea que lo separa de la tensión. De una chispa que pueda encender un empujón, una pelea, un fallecido. Argentina y el mundo espera -y seguro que así será- que la pasión sea tan alta como claro el límite de la agresividad.
Por si acaso, el dispositivo de seguridad es el digno de (y esto que sigue es indiscutible) uno de los partidos más importantes de la historia del fútbol.
Para empezar el Boca-River se juega a las 17:00 hora local. De día.
Esto, además de favorecer un horario televisivo europeo (en España son las 21:00, pleno prime time), se supone que debería también facilitar la labor policial en torno a La Bombonera.
HenriqueSfeir / Flickr
Las autoridades ya han avisado de que nadie sin entrada debe acercarse al estadio para no complicar las cosas. Las puertas del estadio de Boca se abrirán con más antelación de la habitual en cualquier partido: cuatro horas antes del inicio, a las 13:00.
Habrá 1.500 efectivos de policía de la Ciudad y de la Federal. A esa cifra se suma el aporte de Gendarmería y la seguridad privada del club xeneize. Por supuesto, se controlarán los hoteles donde dormirán los jugadores y los accesos por carretera desde el interior del país a la Capital Federal con especial cuidado. No habrá pantallas gigantes en la ciudad para seguir el partido y se está estudiando prohibir los festejos en el Obelisco, el céntrico monumento de la Avenida 9 de Julio.
Los partidos serán transmitidos por Fox, pero el gobierno está intentando hasta el último momento que también se emita en la Televisión Pública.
Será el producto futbolístico perfecto, consumido por una audiencia potencial de decenas de millones de espectadores. Un producto que ha tenido además una presentación espectacular con este vídeo de la Asociación del Fútbol Argentino:
En efecto, como dice el vídeo, a los argentinos les pasan cosas inexplicables. Y al planeta esta vez también.
