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El día que el surf mereció desaparecer

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El once veces campeón del mundo de surf se cargó los mandamientos de este deporte en una frase llena de odio animal que lo perseguirá toda su vida

Omar Naboulsi

21 Julio 2017 10:15

Los ataques que sufren los surfistas a manos -más bien dientes- de un tiburón suelen ser bastante parecidos. El deportista espera una buena ola con la mar un poco turbia, una sombra tira de su tabla y se da cuenta del mordisco cuando un baño de su propia sangre le rodea. Lo peor de todo es que en la mayoría de casos ni llegan a ver al tiburón, solo lo sienten.


Pocas víctimas acaban muriendo, y las que lo hacen es porque se han desangrado al no conseguir atención médica o porque han entrado en shock por la situación y se acaban ahogando en el mar. Al contrario de lo que vemos en las pelis de Hollywood, casi nadie es devorado porque los humanos no somos presas de los tiburones. 

De hecho, por extraño que parezca, solo 1 buceador fue atacado por tiburones el año pasado, a diferencia de los surfistas, que protagonizaron casi el 60% de los incidentes con los tiburones. Esto se debe a que son el grupo que más tiempo pasa en la rompiente del agua -la zona preferida por los tiburones- pegando patadas y completando caídas estrepitosas que llaman la atención de los animales en su territorio natural.


En 2016, 81 personas fueron atacadas por un tiburón, pero solo cuatro murieron. Demasiadas para Kelly Slater, 11 veces ganador del campeonato mundial de surf, que exigió una matanza selectiva de la especie. La figura más mediática de este deporte que debía predicar con el ejemplo casi se carga el surf por culpa de una frase llena de odio animal que lo perseguirá toda su vida:

"Honestamente, sé que no voy a ser popular al decir esto, pero tiene que haber un sacrificio masivo de tiburones en la isla de La Reunión. Hay un claro desequilibrio. Si en todo el mundo hubiera esas tasas de ataque nadie usaría el océano y literalmente millones de personas estarían muriendo. El Gobierno francés tiene que resolver esto lo antes posible.", dijo el estadounidense.



Unas declaraciones que venían motivadas por la muerte de Alexandre Naussance, un surfista que perdió la vida en la Isla Reunión -isla francesa cerca de Madagascar-, donde hay un problema serio con estos ataques.

Sin embargo, nada justifica una frase tan desacertada contra los tiburones. Este campeonísimo recibió centenares de ataques por las redes sociales que le arrojaban datos demoledores, como que de los millones y millones de surfistas que se echaron al agua en 2016 solo 45 tuvieron algún problema con los tiburones, y de ellos solo tres murieron. La gente le recordaba con acierto que el invasor es el surfista y no el escualo.

Al cabo de unos días de soltar aquella animalada con poca justificación, pidió disculpas con un “no medité lo que dije” que supo a poco, pero al menos reconoció que se equivocó. Seguro que Slater se movía desde la rabia por perder a un compañero. Lo que las emociones no le dejaban ver es que es 132 veces más probable morir ahogado que por el ataque de un tiburón, una probabilidad que sube hasta 290 si la razón es el choque con cualquier embarcación. Es más, por cada muerte causada por un tiburón, mueren 1.000 ciclistas.

En cuanto a la Isla de Reunión, solo hay que decir que en los últimos 10 años ha habido 21 ataques en sus aguas, 7 acabaron con la vida de la víctima. En toda la faz de La Tierra, en ese mismo tiempo, hubo un total de 766 ataques con 61 muertes.

El problema real es que la isla tiene una de las rompientes que más gustan a los surfistas, así que se juntan demasiados factores favorables para que se produzcan ataques que se podrían evitar. De ahí, a pedir la matanza selectiva de uno de los depredadores marinos hay un trecho. Por no hablar de que destrozaría el equilibrio del ecosistema isleño.

El argumento de "matad a los tiburones de aquí, que quiero surfear tranquilo" se queda demasiado corto. Esto ya se probó en Hawái, donde se pescaron 5.000 tiburones durante 16 años para prevenir los ataques, y el número de estos no disminuyó. Quizás se debería seguir a raja tabla una recomendación esencial: no surfear durante el amanecer y el anochecer en aguas turbias o traer tiburones de arrecife a la zona otra vez, en lugar de acabar con otras especies.  


Lo lógico es que cuando una persona entre al mar no se encuentre con un tiburón, pero si los surfistas van a las zonas que los escualos frecuentan y modifican su entorn?o con movimientos bruscos, quedan demasiado expuestos. ?Para muchos animalistas, el día que el surf se creyó el rey del mar mereció desaparecer por un instante.

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