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Por qué la casa de 'Parásitos' es tan importante como los personajes

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Así es como la película del año utiliza la arquitectura para hablar de la lucha de clases

Franc Sayol

07 Febrero 2020 11:50

De las seis nominaciones a los Oscars que ha obtenido Parásitos hay una especialmente llamativa. No es habitual que la categoría de Mejor Diseño de Producción tenga en cuenta una película que refleja la contemporaneidad. Solo hay que ver el resto de nominadas: 1917, Érase una vez en... Hollywood, El irlandés y Jojo Rabbit, todas ambientas en épocas pretéritas.

Pero la nominación de Parásitos está plenamente justificada. Gran parte de la misma se explica por la espectacular casa donde residen los Park, la acaudalada familia a la que los Kim engañan para poder trabajar para ellos. No solo es el lugar donde ocurre el 60 por ciento del metraje sino que sus características nos hablan tanto de la ideas de la película como el propio guión. Y nada en ella es casual.

La película nos da a entender que la casa es obra del célebre arquitecto Namgoong Hyunja. Pero la realidad es que ni la residencia ni Hyunja existen en realidad: todo se trata de un decorado creado por el propio Bong Joon-ho y el diseñador de producción Lee Ha Jun.

Desde el primer momento ambos diseñaron la casa alrededor del guión. El objetivo no fue solo construir una residencia digna de una revista de arquitectura, sino que dicha arquitectura estuviera al servicio de la historia, tanto a nivel técnico como simbólico. En todo momento la casa funciona como una suerte de estructura metafórica que contiene todas las ideas que transmite la película. La principal, claro, es la lucha de clases.

La casa se construyó en el exterior para poder utilizar luz natural. La iluminación juega un papel esencial a la hora de diferenciar el lugar donde viven las dos familias protagonistas. Mientras que los Kim habitan un oscuro semi-sótano, la casa del los Park tiene una enorme cristalera a través de la que entra luz solar durante todo el día. Un contraste que el director utiliza para ilustrar las diferencias entre clases sociales. "Cuanto más pobre seas, menos acceso tendrás a la luz solar, y así es también en la vida real: los pobres tienen un acceso limitado a las ventanas", explicaba Bong Joon-ho a Indiewire.

Esta disparidad también se refleja en elementos como la densidad, las texturas o la distribución de los espacios. La sensación de opresión que tenemos en el sótano de los Kim desaparece cuando nos trasladamos a la casa de los Park, abierta, ordenada y despejada. Es un lugar dónde todo parece estar bajo control, desde el impoluto jardín a los colores y materiales. La enorme estancia de la planta principal que da directamente al exterior evoca calma y libertad.

En Parásitos la arquitectura se utiliza para transmitir esnobismo. Un recurso tan sutil que puede escapársele a algunos espectadores. “El diseñador de producción tenía un ataque de nervios todos los días. Los accesorios, los muebles y las pinturas eran muy caros, por lo que siempre le decían al elenco y al equipo, ¡Tened cuidado! Pero los miembros del equipo y yo no sabemos por qué es tan caro. Quizás la audiencia rica pueda reconocerlo. Tal vez los neoyorquinos de la zona alta en el Festival de Cine de Nueva York”, decía Bong Joon-ho.

La mesa del salón, debajo de la que los Kim se esconden en una de las mejores escenas de la película, costó 19.800 dólares. Pero no solo está ahí por su precio. La pieza, obra del diseñador de muebles Bahk Jong Sun, está compuesta por diversas tablas situadas en distintos niveles. Se trata de un diseño que recuerda a una cinta de Moebius y con el que el director buscaba remitir al continuo tránsito de los personajes por escaleras.


Y es que si hay una metáfora visual que se repite constantemente es la que tiene que ver con los niveles. En casi todas las escenas aparecen escalones ascendentes y descendentes, y a menudo estos cambios de altura implican un giro de guión. Cada vez que algún miembro de la familia Kim sube al piso superior, por ejemplo, ello representa un avance en su plan de infiltración. Pero si hay unas escaleras clave en la casa estas son las que llevan al sótano oculto, un espacio que transforma por completo la película, añadiendo una nueva capa tanto desde el punto de vista argumental como simbólico.

El paralelismo entre el sótano con el hogar de la familia pobre se hace evidente desde el primer momento a través de la iluminación, muy parecida en ambos espacios. Al igual que dónde viven los Kim, lo hundido es donde se sitúa lo desagradable, lo que debe ser escondido. Igual de significativo es que los propietarios de la casa ignoren su existencia. Mientras que los pobres se pelean entre ellos, los ricos siguen en la burbuja de despreocupación que les proporciona su privilegiado status. Una idea que encapsula perfectamente el mensaje de la película.

Parásitos tiene serias posibilidades de convertirse en la primera película de habla no inglesa en ganar el Oscar a la mejor película. Históricamente, los subtítulos han representado un techo de cristal imposible de romper. Pero Parásitos parte con una ventaja: más allá de sus personajes y diálogos, la película nos habla a través de los espacios. Con ello apunta directamente a nuestro inconsciente, comunicando sus ideas de manera mucho más profunda de lo que lo hacen las palabras. Y es que si Parásitos habla algún lenguaje, este es el de la arquitectura. Quizá es ahí dónde hay que buscar las razones de su universalidad.

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